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autor:USUARIO [USUARIO]
La lengua: spa
Format: epub


—La mayor parte del tiempo. Me voy a escapar por aquí, Sam por esta salida trasera. Comprenderá que no puedo quedarme aquí y arriesgarme a que estos energúmenos me linchen.

—Lo comprendo. No la mataste tú, ¿verdad?

—¿A Joan? ¡Claro que no! Eso no hubiese significado en mi caso más que una estupidez; innecesaria por otro lado. Dígale a Anne cuando despierte que le estoy muy agradecido. Adiós.

—Adiós, Brett. Suerte.

CAPITULO V

TÚ NO ERES EL ASESINO

Brett Young saltó la tapia, lamentando no haber llegado hasta allí con su caballo cuando entrara unas horas antes.

La animación de Wellstone no había decrecido todavía en aquella noche de sábado, y cuando llegaba a la calle Mayor, dispuesto a cruzarla, las voces y las risas de los saloons y tabernas no habían disminuido.

Justo en el momento en que comenzaba a cruzar la calle, oyó una voz:

—¡ Allí está! ¡Ha salido por detrás!

Brett maldijo furiosamente.

¿Cómo había podido ser tan cándido de creer que aquella gente le iba a dejar escapar tan fácilmente? Los que no habían ido con el sheriff se alegrarían ahora de haberse quedado. Y luego, cuando regresasen los que habían formado parte de la «posee», se encontrarían con las risas de los que no se habían movido del pueblo... y con su cadáver colgado de cualquier árbol o de una vigueta de cualquier granero.

Pero aquellos empapados bebedores de «whisky» iban a convencerse pronto de que colgarlo a él no les iba a resultar una tarea agradable.

Su primer disparo acertó en la rodilla del hombre que había gritado y que ahora gritó todavía más, pero era en distinto tono. El segundo dio en el hombro a uno que corría hacia la esquina, en la que se había refugiado chillando y volteando el lazo ya sobre su cabeza, como si creyese que Brett Young era una res sumisa y estúpida, desconcertada.

El tercer disparo arrancó de las manos de otro hombre el Winchester con el que intentaba arrinconarlo en aquella esquina, dando así facilidades a los demás para llegar hasta él.

No hubo necesidad de un cuarto disparo.

Los alegres linchadores habían frenado prudentemente su alocada marcha hacia una diversión que podía resultar trágica para ellos.

Brett asomó la cabeza, sonriendo duramente, burlonamente al comprobar que el valor no era una de las cualidades que adornan a la masa linchadora.

Quiso aprovechar la oportunidad. Sin vacilar se lanzó hacia el centro de la calle, dispuesto a cruzarla y, una vez al otro lado...

Cuando estaba a mitad de camino, en el centro de la calzada, oyó el seco y potente estampido de un rifle, al mismo tiempo que notaba un golpe en el hombro izquierdo.

¿O había notado primero el golpe y oído después el estampido?

Sus pies habían dejado de pisar firmemente el suelo. Perplejo, completamente desorientado, notó en su boca el sabor fino y seco del polvo de la calzada.

¿Qué estaba ocurriendo?

Tumbado boca abajo en el suelo, movió enérgicamente la cabeza, intentando despejar las brumas del desconcierto. Oía voces, pisadas, gritos... Levantó la cabeza.

Un grupo de personas corría hacia él.

¡Iban a lincharlo!

Consiguió poner una rodilla en tierra.



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